LIGEROS DE EQUIPAJE

Conocemos el verso de Antonio Machado: “Y cuando llegue el día del último viaje,/ y esté al partir la nave que nunca ha de tornar,/ me encontraréis a bordo, ligero de equipaje,/ casi desnudo, como los hijos de la mar".

Escribo estas líneas para mis lectores de la revista TEJEMEDIOS en un lugarcito del norte de España, compartiendo los días del verano boreal con mi familia. Es un lugar entrañable para mí, pues aquí pasé los años de mi infancia, los años de la guerra civil española y de la mundial, aquí siendo niño conocí a mi padre al regresar a casa después de haberlo dado por desaparecido durante la guerra. Es un lugar muy rural, diminuto, escondido entre las estribaciones de la cordillera Cantábrica. Aquí hago mis escapadas en bicicleta para esconderme en el silencio de los peñascos, y escuchar los rumores de la brisa y el sonido del agua que lleva el río Ebro en su paso por los desfiladeros cercanos a su nacimiento.

Aquí me acuerdo de los hombres y mujeres que como Antonio Machado, Anthony de Mello, Fray Luis de León, Teresa de Ávila, Alberto Hurtado, Mahatma Gandhi y tantos otros, supieron hacer de la vida un canto de esperanza. Hombres y mujeres que vivieron la vida en plenitud, que estuvieron atentos a las necesidades de su tiempo, que solidarizaron con los demás, especialmente con los más pobres, sufrientes, marginados de su tiempo. Hombres y mujeres, inquietos indómitos, pero que mantuvieron viva la paz de espíritu y la transmitieron a los demás.

¿Por qué lograron esa paz? ¿Por qué lograron mantener viva su inquietud por la justicia y la equidad? ¿Por qué supieron transmitir esta misma paz y estas inquietudes a los demás? Porque anduvieron por la vida ligeros de equipaje, porque dieron importancia a lo que realmente es importante, tuvieron clara su escala de valores y no se sometieron a nada ni a nadie.

Por lo mismo fueron personas rebeldes con causa; se rebelaron con motivo y no ocultaron su disconformidad con todo lo que oliera a atropellos a la dignidad humana; se rebelaron contra todo tipo de opresión. Con su misma vida fueron un canto a la libertad, a la esperanza, a la necesidad de compromiso para un mundo mejor. Cantaron a la libertad porque ellos mismos fueron libres, completamente libres, libres de pensamiento, de palabra y de acción. Para ser así es necesario andar por la vida ligeros de equipaje, sencillos, sin complicarse la vida, consumiendo y comprando ni más ni menos que lo que sea necesario, sin caer en dependencias ni esclavitudes de ningún tipo, manteniendo viva la propia autonomía, la sencillez y sobriedad de vida.

Dice el mismo Antonio Machado en uno de sus poemas “Yo, para todo viaje/ –siempre sobre la madera de mi vagón de tercera–/, voy ligero de equipaje.” Así viajó por la vida y así le llegó la muerte. Hay momentos en que conviene hacerse la pregunta importante sobre el principio y fundamento de la propia vida: ¿Qué es en verdad lo más esencial y fundamental para mí? Si somos personas mentalmente sanas seguro que la respuesta que nos daremos tiene poco que ver con cosas materiales, poco que ver con apariencias externas, poco que ver con la fiebre del éxito y consumismo, y sí tiene mucho que ver con la experiencia de amor, seguridad personal, sentirse feliz, sentirse integrado con las personas que queremos y son importantes para nosotros. Todo esto se llama amor, verdad, sencillez de vida. Ello nos invita a ser limpios de mente y corazón y a andar ligeros de equipaje. Muchas gracias, lectores queridos.

Para El Examinador.cl
JOSÉ LUIS YSERN DE ARCE
SACERDOTE, DOCTOR EN PSICOLOGÍA