AÑO NUEVO, LO QUE NO PUEDE FALTAR

Para que nuestros mutuos deseos de feliz año nuevo produzcan el fruto que esperamos, conviene tener en cuenta algunos aspectos importantes de nuestro desarrollo psicológico y personal que son indispensables. Constituyen lo que podríamos considerar ingredientes para una vida plena que nos haga sentir realizados. Son elementos básicos, piezas que no pueden faltar en la construcción de buena calidad para la vida humana. Sabemos que son tan importantes porque estas son las características que muchos hombres y mujeres echaron de menos cuando se acercaba el momento de su muerte. Los dos momentos más importantes en la vida de una persona son el de su nacimiento y el de su muerte.

Cuando un adulto es consciente de estar ante la muerte, se enfrenta a su verdad; es el momento en que esa persona se siente más auténtica y cuando más sincera quiere ser consigo misma. Los profesionales de la salud, sobre todo los especialistas en cuidados paliativos, así como psicólogos, sacerdotes, personas en fin que han dedicado su vida a atender enfermos terminales, nos podrán decir lo que muchos expresan ante su momento final. Son pensamientos y sentimientos muy bonitos que indican también que todos somos capaces de crecer hasta el último momento de la vida. Cuando estas personas indican de qué cosa se arrepienten, o qué es lo que harían de manera diferente, coinciden en lo siguiente:

1.- Fidelidad a la propia conciencia. Es como decir que me arrepiento de no haber sido valiente para haber permanecido más fiel a mí mismo. Es verdad: puede ser que algunas veces nos hayamos dejado llevar de presiones ajenas, y por seguir lo que otros esperan de mí no he cumplido aquello que me habría hecho más auténtico/a, más feliz. Por eso al comenzar un año nuevo es conveniente hacerse el propósito de trabajar la propia libertad para no sucumbir ante presiones interesadas de otros. Sentirse libre, en el pleno sentido psicológico de la palabra, es lo mismo que ser y sentirse muy responsable ante la propia vida y ante las decisiones que cada uno ha de tomar.

2.- Tiempo para amar. Equivale a decir: me arrepiento de haberme obsesionado con el trabajo. Por culpa de esta adicción al trabajo no me di tiempo para amar a los míos y decirles todo lo que los quiero. Muchas personas, sobre todo hombres, en el momento de su muerte han lamentado que no se dieron tiempo para estar más con sus hijos, para jugar con ellos, para verlos crecer. Ahora, con lágrimas que recorren sus mejillas, reconocen que ya es demasiado tarde. Resulta conmovedor ver con qué sentimiento de impotencia, pero a la vez con qué sanador arrepentimiento se repiten: “Por qué, Señor. Por qué no me di cuenta antes”. Es importante que el cuidador/a –seguramente un familiar- que acompaña en ese momento al enfermo le ayude a asumir esta verdad con mucha serenidad. Cuando experimentan un arrepentimiento sincero mueren con mucha paz rodeados por el cariño de los suyos. Conviene recordar lo que dijo el gran poeta y místico Juan de la Cruz: “al final de la vida seremos juzgados acerca del amor”.

3.- Expresión sana de los propios sentimientos. Hay gente que antes de morir se ha arrepentido de no haber sabido expresar en cada momento la verdad de sus sentimientos. Se han inhibido y reprimido por falta de seguridad en sí mismos, y hoy se dan cuenta de que el haber sido así no les ha hecho bien. Ante la proximidad de la muerte perciben que muchos momentos de su existencia habrían sido más radiantes, de más luminosidad y menos amargura, si hubieran llevado una vida menos mediocre, más auténtica, más expresiva.

Los avances más logrados de la ciencia psicológica contemporánea nos advierten sin cesar de la necesidad de estos elementos que acabamos de citar. Los hitos cronológicos, como el comienzo de un nuevo año, pueden ser ocasión propicia para que nos comprometamos a dar importancia en la vida a lo que realmente la tiene: la fidelidad a sí mismo, la capacidad para expresar abiertamente lo mejor de nuestros sentimientos de amor, y desde luego andar por la vida con paso firme, mirando siempre a los ojos de los demás. Andar así equivale a construir con todos, especialmente con los más cercanos, el mundo nuevo que anhelamos. ¡Feliz año nuevo!

Para Tejemedios escribió:
JOSÉ LUIS YSERN DE ARCE
SACERDOTE, DOCTOR EN PSICOLOGÍA