MUNDO MUY COMPLEJO Y AMOR A LA VIDA

Escribo estas líneas cuando los informativos chilenos nos hablan de la llegada a nuestras tierras del elenco de hombres y mujeres de cine que filmarán la película “Los 33”. Con esta película recordaremos de nuevo la experiencia de nuestros mineros sepultados por largos días en las profundidades de la mina San José. Aquellos hombres vivieron una experiencia única, experiencia que nos tuvo en vilo a cuantos seguíamos minuto a minuto la odisea que parecía no tener fin; odisea que acaparó la atención de todo el mundo. Gracias a la solidaridad de tanta gente y a la aplicación de oportunas tecnologías nuestros mineros pudieron ver de nuevo la luz del día, fueron rescatados sanos y salvos, y todos pudimos cantar con ellos un sentido Gracias a la Vida de nuestra Violeta Parra.

A juzgar por los testimonios que nos dieron a conocer los rescatados se confirma una vez más que cuando se viven situaciones así de extremas es cuando más se valora la vida, es cuando más y mejor nos damos cuenta de qué es lo importante y qué es lo menos importante o más secundario. Los testimonios de estos hombres enfatizan lo que todos sabemos, pero que conviene escuchar de nuevo pues muchas veces lo olvidamos: nos desvivimos frecuentemente por cosas que no merecen la pena, por cosas que hoy son y mañana no son, dejando de lado lo que realmente importa y nos hace feliz: vivir la vida de cada día con buena calidad de vida, permanecer al lado de los nuestros amándolos y dejándonos amar, manifestar con nuestros hechos que la ternura y los gestos de ternura es la revolución que puede cambiar a mejor el mundo que habitamos.

Me ha parecido entender esto mismo en una entrevista a Antonio Banderas, actor importante en la filmación cinematográfica aludida. Dice Antonio que la historia de los mineros refleja el valor de la vida en un mundo complejo; afirma que “vivimos en un mundo muy complejo, increíblemente violento, que se refleja en ese espejo que llamamos televisión todos los días...”. Es verdad que en los noticieros de televisión y otros medios predominan hechos de violencia y de atropellos de todo tipo a los derechos humanos. Pero también es cierto que estos mismos medios sirven de caja de resonancia para hacer llegar hasta los últimos rincones del mundo las buenas noticias como la del rescate de los mineros y otras ejemplares acciones semejantes.

Supongo que la película que ahora se está filmando servirá también para lo mismo: poner énfasis en lo buena y valiosa que es la gente buena y lo importante que es que esta gente abunde cada vez más. Depende de todos y cada uno de nosotros. A partir del argumento de esta película –los mineros, su rescate, los testimonios recogidos- pienso en los valores que destacaron en aquel contexto: Consolación, Luz, Liberación. Son inseparables entre sí y son necesarios en todo tiempo y lugar. Muy bien le vino en aquel momento a los mineros accidentados y a sus familias cualquier palabra y acción que les levantara el ánimo y que abriera sus corazones a la esperanza.

¿Quién de nosotros no ha necesitado del bondadoso consuelo alguna vez en la vida? Desde que nacemos nos hemos alimentado con gestos así: sentiste que alguien te escuchó atenta y cariñosamente en el momento apropiado; después fuiste creciendo, pasando penas y alegrías, dolores y tristezas, y justo cuando más lo necesitabas te llegó aquel abrazo tierno y oportuno, aquella caricia silenciosa, que sin necesidad de palabras te hizo comprender que no estabas solo/a.

Gracias a esos gestos tiernos que nos sirven de consuelo nuestro ánimo se levanta, aparece la luz en la noche oscura, esa luz que penetra hasta las profundidades de la sima de los mineros pero también hasta lo profundo e íntimo de cada uno, y finalmente, gracias a esa luz renovadora, a ese consuelo que nos anima a la esperanza, nos sentimos liberados. Aquella pesadilla se pasó, nuestras heridas se cauterizaron, hemos surgido de nuestra pena que nos abrumaba y nos hemos liberado. ¿Por qué? Porque todavía hay gente buena que sabe hacer bien las cosas y sabe decir estoy contigo.

Para El Examinador.cl
JOSÉ LUIS YSERN DE ARCE
SACERDOTE, DOCTOR EN PSICOLOGÍA