Estos meses de enero y febrero, son en Chile tiempos, para muchas personas al menos, de vacación y descanso. En mi caso personal un obligado retiro, posterior a una delicada intervención quirúrgica, me ha servido como tiempo de silencio, soledad, reflexión, oración, estudio. ¡Cuánto lo necesitamos todos! Si no tomamos en serio estos tiempos de silencio y tranquilidad acabaremos estresados, cansados, agobiados y malhumorados.
Alguien puede pensar que estos espacios alejados del quehacer rutinario y cotidiano, tiempos dedicados al retiro, silencio, y auténtica vacación, pueden ser tiempos perdidos. ¡Craso error! Quizá sean los intervalos mejor aprovechados de nuestra vida. Dedicarnos con esmero en algunos períodos de nuestra vida al silencio, al descanso de alma y cuerpo, es hacer algo muy importante para nuestra salud mental y corporal. Una vida retirada de vez en cuando es vitamina pura para nuestro sano desarrollo espiritual, psicológico y emocional. Oportunidades así en nuestra vida sirven para construir o recuperar nuestra paz interior. ¿Y hay algo que nos haga más felices que esa paz interior? De ahí procede esa serenidad, quietud y tranquilidad que nos hace felices y que irradia energía renovada por todos los poros de nuestro ser.
Volver la mirada al gran humanista del Renacimiento español, Fray Luis de León, profesor de la Universidad de Salamanca, nos ayuda a confirmar, con la autoridad de este gran pensador, lo que ahora venimos diciendo. La oda de Fray Luis dedicada a la vida retirada sigue teniendo hoy la misma actualidad –si no más- que en los tiempos del autor. Parece hecha para nosotros y nuestros tiempos. Invito a mis lectores a leer sin prisas y con cierto aire meditativo algunas de las estrofas de dicha oda, pensando en su aplicación a uno mismo aquí y ahora:
¡Qué descansada vida
la del que huye del mundanal ruido
y sigue la escondida
senda por donde han ido
los pocos sabios que en el mundo han sido!
¡Oh campo, oh monte, oh río!
¡Oh secreto seguro deleitoso!
roto casi el navío,
a vuestro almo reposo
huyo de aqueste mar tempestuoso.
Vivir quiero conmigo,
gozar quiero del bien que debo al cielo
a solas, sin testigo,
libre de amor, de celo,
de odio, de esperanzas, de recelo.
Para buenos entendedores pocas palabras. Dime tú, amado lector/a, si estas frases no te parecen llenas de actualidad. ¡Felices aquellos y aquellas que las toman en serio y tratan de llevarlas a la práctica!
Para Tejemedios escribió:
PADRE: JOSÉ LUIS YSERN DE ARCE
DOCTOR EN PSICOLOGÍA