Me refiero a la obra de teatro de Juan Pablo Garrido titulada: “Carta imaginaria de Bernardo a su padre”. En dicha obra, a través de una carta cuyos contenidos se van representando en el escenario, nos hallamos ante una realidad que sigue siendo actual en muchos casos: los sentimientos de un hijo ante un padre a regañadientes, contrariado, porque lo mejor para él habría sido que ese hijo nunca existiera. Este padre hubiera deseado ocultar al hijo absolutamente para que nunca se hubiera sabido de su existencia. Es un hijo natural, de madre soltera, que en aquellos tiempos y en aquella cultura mojigata, hipócrita y puritana, puede ser mirado como ignominia para su madre, y como intruso perturbador para los planes y proyectos de su padre, hombre importante. El hijo ha venido sin que lo llamaran, sin ser deseado para su padre, y durante toda su vida sufrirá la afrenta de la marginación por parte de su progenitor. Este se ocupará de financiar la educación del hijo en buenos colegios e instituciones, pero no mostrará hacia él la cercanía y proximidad afectiva que necesita y echa de menos.
De todo esto nos enteramos por esa carta que el joven escribe a su padre, y que es en realidad la protagonista gráfica de la obra de teatro que comentamos, en cuanto que en ella se contiene el argumento central del drama representado. Pero este documento epistolar es el medio que nos transmite la figura de la otra gran protagonista, ahora de carne y hueso, de toda esta historia: la madre de Bernardo. Se nos agiganta la figura de esta gran y buena mujer. Ella es la típica mujer que todos admiramos por su fuerza, por su lucha contra viento y marea, por saberse sobreponer a todos los inconvenientes a los que tiene que enfrentarse desde el momento en que se entera de su embarazo. Conocemos, porque es antiguo y actual, el caso de esa mujer, madre soltera, que en aquellos tiempos, como en los de ahora, tiene que salir adelante con su hijo a pesar de todos los pesares. En aquel tiempo, más que ahora, tenía que enfrentarse además al estigma ignominioso que significaba ser madre soltera. La de entonces era una sociedad mojigata, marcada por una cultura hipócrita y cínica, que no vacilaba en dirigir sus dardos envenenados contra la mujer que vivía las circunstancias de la maternidad fuera del matrimonio. La sociedad actual ha mejorado quizá en algunos aspectos; parece que ya no estigmatiza de manera tan despiadada a esta madre soltera, pero tampoco carece de otros síntomas de cinismo y falsedad.
¿Dónde reside la fuerza de esta gran mujer que vemos reflejada en la carta imaginaria de Bernardo, bonita creación ingeniosa de Juan Pablo Garrido? Sin duda ninguna en lo que es la explicación de las mejores fortalezas con las que cuenta la humanidad: en el amor.
El amor todo lo puede, todo lo soporta, todo lo alcanza. El amor no se rinde jamás.
El maravilloso invencible poder de esta mujer reside en su gran amor de dos vertientes:
El amor al padre de su hijo, y en el amor a su hijo. Bendito amor que nunca pasa de moda.
Para Tejemedios
Padre José Luis Ysern de Arce
Doctor en Psicología
Julio 2012