PATRIA POR CONSTRUIR: RAZONES PARA LA ESPERANZA

Escribo estas líneas en un apacible atardecer casi primaveral, mientras a través de la ventana me llegan desde la calle sones y tonos del septiembre de la patria. Y naturalmente pienso en la patria que entre todos tenemos que construir. Soy un hombre de esperanza, tengo esperanza en que sabremos hacerlo. No es fácil construir la patria que queremos; requiere cambiar muchas cosas, suprimir algunas y crear otras nuevas. La patria, la sociedad que se asienta en ella, nunca está terminada, siempre es perfectible, cada vez puede ser mejor. Tengo motivos para mi esperanza; no soy un pobre iluso que cifra sus anhelos y proyectos en las nubes, sin fundamento alguno. Conozco nuestra realidad difícil, la violencia que se cierne sobre nosotros en las reacciones agresivas de mucha gente, las injusticias sociales que marcan las desigualdades de nuestro Chile, que se encuentra entre los países destacados por una de la mayores inequidades del mundo. Conozco muy bien que en el Chile hoy hay mucho dinero pero que está muy mal distribuido, y que por lo mismo hay que seguir pensando en cómo lograr una mejor educación de calidad, y una mejor salud de calidad para todos.
Conozco esta realidad, y a pesar de todo tengo razones para avivar mi esperanza en que lo vamos a hacer cada vez mejor, y que vamos a lograr un Chile cada vez mejor. Me siento muy interpretado por el gran arzobispo de Milán, el cardenal Carlo María Martini, que acaba de morir. Él fue el hombre del diálogo abierto y sincero con todos los hombres y mujeres de buena voluntad, creyentes y no creyentes, agnósticos y ateos, intelectuales y políticos de cualquier tendencia y posición, con creyentes cristianos y de cualquier otra religión. Su actitud es la de muchos hombres y mujeres que también tenemos en Chile y cuya manera de ser y de pensar anima mi esperanza para la construcción de una patria mejor, más participativa, más equitativa. Ante la crispación agresiva de algunos medios y personas, escucho voces que se levantan hablando de comprensión, diálogo, justicia, sana indignación, no violencia activa.
En la entrevista aludida de Carlo María Martini se habla de la necesidad de ser hombres libres, hombres y mujeres que no sean esclavos de nada ni de nadie. Esa libertad se cifra en el estilo, en la manera de ser de aquellas personas que saben estar cerca del prójimo, sin prejuicios, sin temores, sin estereotipos que muchas veces nos vienen de generaciones anteriores, y que marcan peyorativamente nuestra cultura. También hoy en Chile existen hombres y mujeres así, organizaciones y agrupaciones así, que se esfuerzan en crear un ambiente de respeto a la dignidad de las personas, de toda persona, independientemente de su condición social, política, religiosa, sexual, económica, etc. Tenemos que dar por superados aquellos tiempos en que las personas se medían y cotizaban por apariencias externas, status social, boato y aparato burocrático. Hoy encontramos en Chile muchos hombres y mujeres, jóvenes y adultos, que saben muy bien y lo pregonan a los cuatro vientos, que no hay que fijarse en las apariencias sino en los rostros, rostros para mirar, respetar, acariciar. Tengo esperanzas en que seremos capaces de construir una patria mejor.

Para Tejemedios
Sacerdote José Luis Ysern de Arce
Doctor en Psicología